En
la Inglaterra isabelina la mujer no podía ser actriz.
Eran los
hombres, habitualmente adolescentes y jóvenes que aún no habían
cambiado la voz, quienes interpretaban, convenientemente disfrazados,
los papeles femeninos.
Tras
la muerte de la reina Isabel I, en 1603, le sucedió Jacobo I, quien
reinó hasta su muerte en 1625. Este rey continuó con el fomento del
teatro y otras artes. Le sucedió Carlos I, quien sería rey hasta su
ejecución en 1649 como consecuencia de sus enfrentamientos con el
Parlamento Inglés y el Escocés, que llevó a una guerra civil y
finalmente a la abolición de la monarquía. Los puritanos, una
corriente ideológica protestante muy influyente, hizo prohibir el
teatro desde 1642 hasta 1660.
Cuando
Carlos II alcanzó el trono, lo que se conoce como “la
Restauración” en 1660, se permitieron de nuevo las
representaciones teatrales y, además, se admitió que las mujeres
pudieran participar interpretando los papeles femeninos.
En
un principio se consideró a las actrices prácticamente como
prostitutas. Es verdad que a los actores tampoco se les tenía en
gran consideración, teniéndoseles casi por pordioseros y
vagabundos. Sin embargo, hubo algunas que destacaron, como
Margaret Hughes, Ann y Rebeca Marchall, Nell Gwyn y Moll Davis. La
que es considerada como la primera actriz inglesa profesional fue la
Sra. Coleman (de quien no he
conseguido por el momento encontrar más información).
Fuentes:
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