Escribo este diario bastantes días después. Pero no porque no fuera una sesión de lo más entretenida e interesante.
Estuvimos trabajando las emociones y los sentimientos. Distinguimos ambas cosas principalmente porque las emociones son automáticas y conllevan una reacción física automática, y los sentimientos pueden sobrevenir tras una emoción, como resultado de una reflexión o un proceso de elaboración de las causas y circunstancias que acompañan a las situaciones en las que experimentamos alguna emoción. No entramos en tecnicismos, pero era importante distinguir claramente ambos conceptos.
Se puede leer al respecto en la web, por ejemplo en esta entrada de blog: https://www.hernandezpsicologos.es/blog/diferencia-emocion-sentimiento/.
Para acompañar esta parte de la sesión, Pastora nos trajo el libro "emocionario". Se trata de un libro ilustrado que trata de diferentes emociones describiéndolas e interconectándolas con mucha sencillez. Apto para niños pequeños, pero muy interesante hasta para los mayores. Podéis ver una reseña, por ejemplo, en http://apegoyliteratura.es/emocionario.
El libro nos sirvió para trabajar las emociones que teníamos pensadas para la actividad de este lunes: ira, tristeza, alegría, asco, sorpresa, miedo y timidez. Reunidos en círculo, todos aportamos nuestras ideas de cómo podíamos mostrar al público estas emociones. Por ejemplo, para la alegría estaríamos muy sonrientes, muy expandidos, brazos abiertos, movimientos alegres, redondeados y amplios, voz diáfana, risas...; para la ira nos mostraríamos más encorvados, con los hombros encogidos, los gestos más bruscos, más angulosos, tal vez diéramos golpes, quizás nos sujetáramos la cabeza, nos mesáramos la barba, nos tiráramos del pelo, gritáramos...; para el miedo abriríamos mucho los ojos y buscaríamos constantemente el origen del peligro a nuestro alrededor, encogeríamos el cuerpo y casi no nos moveríamos del sitio, retrocediendo, buscando los rincones para protegernos, hablaríamos despacio y en baja voz...; así cada emoción.
A continuación hicimos el juego siguiente: cada participante recitó algo. Cualquier cosa: un poema, un trozo de canción, un texto... Luego se escogía una emoción al azar. Se trataba de volver a recitar el mismo texto expresando esa emoción a la vez. Concedíamos unos segundos para pensar en todo lo que habíamos dicho al respecto, y se procedía a ello sobre el escenario, mientras los demás observábamos desde la platea. Al acabar, todos comentábamos cómo lo habíamos visto, ¡y fue muy instructivo!
Al final, propusimos que todos trajéramos de casa un dibujo de cómo nos imaginamos cada personaje de la obra, y también que pensáramos en las emociones que creíamos que necesitaremos para representarlos. Otra cosa que habrá que tratar será la actitud de base de los personajes, su carácter, pero eso será el próximo lunes.
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