Este lunes, ensayo ¡con pelucas y todo! Hemos insistido en las actitudes de los personajes.
Hemos planteado la cuestión de qué hacer entre frase y frase, mientras los demás dicen las suyas. Hay veces en que el intercambio es rápido y las actitudes de los personajes encajan muy bien. Pero otras, en cambio, tras una intervención el actor debe esperar a que "le toque otra vez". En ese tiempo, no debe estar simplemente parado.
Hay que pensar en la actitud que tendría el personaje en la vida real. Simplemente adoptar una postura acorte con él puede bastar. En ese sentido, hay que pensar qué posturas podría tener en función de su carácter o el estado de ánimo que se supone que tiene en cada momento. En otros casos, la idiosincrasia del personaje exige que se esté moviendo miengtras está en escena sin intervenir. Por ejemplo, un personaje que está muy nervioso puede, en vez de estar parado en espera de su turno, retorcerse las manos o secárselas de sudor con frecuencia. Esto sólo basta. No se trata de llamar la atención del poúblico (el protagonismo, en esos momentos, lo tienen los que sobrellevan la acción), pero sí que ese tipo de detalles le dan verosimilitud y facilitan que el público comprenda mejor al personaje y se identifique más fácilmente con él.
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