viernes, 19 de junio de 2020

Creación de un texto dramático: Mateo y Violeta

En las ultimas sesiones del taller hemos preparado un pequeño texto dramático. Es una interpretación un poco libre de la obra Romeo y Julieta de William Shakespeare, que hemos titulado Mateo y Violeta.
Para leer el resultado, sólo tenéis que abrir el siguiente enlace: Mateo y Violeta.
A continuación reproduzco el contenido de la introducción.

Durante las sesiones telemáticas del taller se propuso escribir entre todos una obra de teatro como ejercicio para trabajar aspectos como la caracterización de los personajes, la división en las partes del texto dramático, la función de las acotaciones... Para centrar la cuestión, comen­tamos el argumento de Romeo y Julieta, de William Shakespeare (una obra que todos conocían en mayor o menor profundidad), y construimos a partir de aquí una nueva interpretación del argumento. Se decidió que sólo podían aparecer seis personajes porque seis era el número de las participantes del taller, y así, suponiendo que hubiéramos tenido la ocasión, nuestra obrita iba a poder ser representada.

Curiosamente, resultó ser un reto divertido pero también complejo y muy interesante, que creo que vale la pena reseñar en esta introducción.

Uno de los primeros prejuicios que tuvimos que superar fue el del valor de los personajes. Si era el protagonista o si era un secundario; si era simpático o si era malvado; si era atractivo o iba a resultar feo... Trabajamos la cuestión y llegamos a la conclusión de que no hay personaje sin importancia en ninguna obra de teatro buena. Y comprendimos que el personaje guay, el que resultaba divertido para el actor, era el "redondo", más que el que tenía más texto o me­jor vestuario. Por eso, nos esforzamos en dar a todos los personajes que inventamos un carác­ter de base, y unas creencias y actitudes diferentes, con la finalidad, por una parte, de que re­sultaran contrastados, y por otra, de que tuvieran credibilidad y fundamento. Nos propusimos dar a todos al menos un momento de importancia, un parlamento lucido o una intervención determinante.

A continuación, hubo que plantear qué iba a suceder en la obra, y cómo íbamos a dividirla en actos y escenas. La segunda cuestión no resultó complicada porque todos conocemos la es­tructura de presentación-nudo-desenlace, que trasladamos respectivamente a los tres actos. Luego, para cortar en escenas se recurrió a la presencia de diferentes personajes y/o escena­rios, y a las unidades de acción. Pero la cuestión de los diálogos resultó tener su complejidad: debíamos garantizar que, mediante los parlamentos, el público iba a ir enterándose de todo lo necesario; pero también debíamos evitar circunloquios innecesarios (una obra con texto inne­cesario o banal se hace larga, pesada, y, en fin, un aburrimiento). Para conseguir que nuestro texto cumpliera todos los objetivos se planificó qué información íbamos a dar al público en cada escena, de manera que al escribir las frases no nos dejáramos nada. Pero también tuvi­mos que tener presente el diseño psicológico que habíamos hecho de los personajes, porque con las frases que teníamos que inventar el público tenía que "conocerlos".

Con todo ello, nos pusimos manos a la obra. Resultó que empleamos una sesión casi entera para escribir cada una de las escenas. Fue una labor en equipo, donde cada participante dio sus sugerencias y se consensuó entre todas el resultado. No se pudo concluir el trabajo porque resultó una actividad más rica y compleja de lo que en principio se calculó. Pero en cualquier caso, en este documento os presentamos cómo quedó. El primer acto está completo. Del segundo y el tercero sólo se escribió el argumento, lo que debía suceder, como en apuntes de qué queríamos que el público viera (la acción) y cómo queríamos que lo viera (detalles de escenografía).

¡Ojalá pudiéramos terminarlo! El próximo curso está lleno de incertidumbres: no sabemos quién podrá asistir; a lo mejor llegan nuevos participantes y no se puede fácilmente retomar una actividad tan compleja que ya está tan emprendida; surgirán nuevas necesidades y objeti­vos que cumplir... prepararemos otra obra y la representaremos ante el público. Pero es posi­ble es que cada uno de los que han escrito las siguientes líneas se ponga como reto terminarlo, o enriquecerlo, o hacer su propia interpretación. Sirva el trabajo realizado, con la imaginación y la coordinación de las seis fantásticas participantes del taller, como incentivo para seguir aprendiendo. Y, también, que sea un bonito recuerdo de nuestro taller.

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