Me emociono al despedir el taller por este año.
Empezamos como un experimento, con el objetivo de hacer algo divertido y aprender en el proceso. Iniciamos las sesiones con juegos y ensayos, con la ilusión de representar la obra, pero sin saber hasta dónde íbamos a llegar.
Bueno, al final, hicimos unas puertas abiertas con una selección de las escenas ensayadas (toda la obra fue imposible llevarla por completo al escenario), donde se volcaron las participantes, y también representamos por la radio, en directo, la obra completa.
Pero lo que me llevo de esta experiencia es ver que todas las participantes han puesto ilusión, trabajo, juego, alguna travesurilla y mucha emoción. Y también responsabilidad y compromiso.
Montar una obra de teatro es un trabajo difícil. Pero, sobre todo, es un trabajo coral. Todos los participantes tienen una misión que, si no se cumple, impide que el resto del grupo lleve adelante su cometido. Desde el que cose un botón en la capa de un personaje hasta el que interpreta al malo malísimo, desde el protagonista hasta el apuntador. Todos son necesarios. Todos deben hacer su trabajo, y todos deben hacerlo bien.
Durante las sesiones nos hemos divertido mucho. Hemos echado risas, pero también hemos trabajado. En ocasiones parecía que nos íbamos, un poco, por los cerros de Úbeda, pero, luego, nos dábamos cuenta de que avanzábamos. No siempre tanto como nos hubiera gustado, pero, a veces, a grandes zancadas, como si las botas de siete leguas nos hubieran aparecido, por arte de magia, en los pies. Y esas zancadas las han dado las chicas que, este curso, han participado en el taller. ¡Yo me las he visto y me las he deseado para estar a la altura!
Quiero repetir. Quiero más. El curso que viene espero contar con el mismo entusiasmo del IES Alhakén II, de los padres, y de los actores y actrices que, es mi deseo, formen parte de este taller. ¡Yo quiero seguir aprendiendo!
Ahora, toca descanso. Así que feliz verano a todos. Y... ¡Nos vemos en septiembre!
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