domingo, 5 de abril de 2020

Molière, actor de comedias

Molière fue un buen actor, pero sobre todo un gran cómico y excepcional mimo. Se dijo de él que tenía mil voces, y que sólo con una sonrisa, un guiño o un movimiento con la cabeza, expresaba mucho más de lo que un buen hablador podría decir en una hora. A menudo Molière interpretó no los papeles protagonistas, sino los cómicos.
Interpretó el Arnolfo de La escuela de las mujeres, el Orgon de El tartufo, o el Sganarelle de Don Juan. Su obra se inspira en la Commedia dell'Arte italiana, y saca gran partido del personaje de Scaramouche, definitivamente conformado por su maestro Tiberio Fiorilli, el gran actor italiano y uno de los artistas favoritos de Louis XIV.


Las interpretaciones de Molière fueron a menudo criticadas, aunque parece que, más bien, se debían a que poseía talento interpretativo más que a la carencia de él. Por lo visto, se decía que actuaba mal en "lo serio". Sin embargo, lo que probablemente estaba sucediendo era que Molière presentaba una actuación y entonación mucho más natural que las pomposas declamaciones que en aquella época aún se llevaban. El público no estaba preparado, todavía, para eso.

Hay que tener en cuenta que Molière aprendió el oficio trabajando durante unos doce o trece años en provincias, ante públicos que no siempre entendían su idioma (en las regiones donde se hablaba la lengua de oc), que eran multitudinarios y muchas veces groseros. Tuvo que comprender e interiorizar que el cuerpo debía acompañar al texto tanto como a sus pausas, que debía hacerse entender con todos los medios a su alcance y, más allá todavía, que debía aprovechar todos esos medios para lograr los efectos deseados. Todo este aprendizaje le sirvió tanto para ser dramaturgo como actor. Quizás no sea casualidad que tanto Molière como Shakespeare fueran escritores y actores de tanta y tan inusual eficacia; ambos tuvieron que aprender y perfeccionar el arte mediante la práctica en toda clase de auditorios.

Fue la maestría, el saber hacer que Molière adquirió en las provincias, lo que le proporcionó el éxito con Louis XIV. Nicomedes de Corneille fue La primera representación que hizo con su compañía ante el rey, pero también ante los especialistas en el género de la compañía teatral de l’Hôtel de Bourgogne. Naturalmente, éstos se burlaron de sus trazas campestres y rústicas, y criticaron la actuación. Entonces Molière pidió permiso para añadir un divertimento, Le Docteur amoureux, con el que sorprendió y divirtió a todos, Rey Sol incluido. Con su interpretación del doctor le gustó tanto a Su Majestad que dio órdenes para que la compañía se instalara en París.

Pero todo tiene su desventaja: toda la vida persiguió a Molière la fama de ser un "farceur", un actor de farsa, un bromista, bueno sólo para provocar la risa. Esto era el mayor insulto que se le podía infligir ya que en aquella época la risa era mal considerada por la sociedad y reprobada por la Iglesia, considerada como propia del pueblo bajo. A la sazón, la palabra risa no está todavía en la definición del género de la comedia, considerado por aquel entonces menor, que si bien solía incluir un registro cómico, no era esto lo determinante, siendo lo que la distinguía del drama el hecho de incluir siempre un final feliz.


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