Interpretó el Arnolfo de La escuela de las mujeres, el Orgon de El tartufo, o el Sganarelle de Don Juan. Su obra se inspira en la Commedia dell'Arte italiana, y saca gran partido del personaje de Scaramouche, definitivamente conformado por su maestro Tiberio Fiorilli, el gran actor italiano y uno de los artistas favoritos de Louis XIV.
Las interpretaciones de Molière
fueron a menudo criticadas, aunque parece que, más bien, se debían
a que poseía talento interpretativo más que a la carencia de él.
Por lo visto, se decía que actuaba mal en "lo serio". Sin
embargo, lo que probablemente estaba sucediendo era que Molière
presentaba una actuación y entonación mucho más natural que las
pomposas declamaciones que en aquella época aún se llevaban. El público no estaba preparado, todavía, para eso.
Hay que tener en cuenta que
Molière aprendió el oficio trabajando durante unos doce o trece
años en provincias, ante públicos que no siempre entendían su
idioma (en las regiones donde se hablaba la lengua de oc), que eran
multitudinarios y muchas veces groseros. Tuvo que comprender e
interiorizar que el cuerpo debía acompañar al texto tanto como a
sus pausas, que debía hacerse entender con todos los medios a su
alcance y, más allá todavía, que debía aprovechar todos esos
medios para lograr los efectos deseados. Todo este aprendizaje le
sirvió tanto para ser dramaturgo como actor. Quizás no sea
casualidad que tanto Molière como Shakespeare fueran escritores y
actores de tanta y tan inusual eficacia; ambos tuvieron que aprender
y perfeccionar el arte mediante la práctica en toda clase de auditorios.
Fue la maestría, el saber
hacer que Molière adquirió en las provincias, lo que le proporcionó
el éxito con Louis XIV. Nicomedes de Corneille fue La primera
representación que hizo con su compañía ante el rey, pero también
ante los especialistas en el género de la compañía teatral de
l’Hôtel de Bourgogne. Naturalmente, éstos se burlaron de sus
trazas campestres y rústicas, y criticaron la actuación. Entonces
Molière pidió permiso para añadir un divertimento, Le Docteur
amoureux, con el que sorprendió y divirtió a todos, Rey Sol
incluido. Con su interpretación del doctor le gustó tanto a Su
Majestad que dio órdenes para que la compañía se instalara en
París.
Pero todo tiene su desventaja:
toda la vida persiguió a Molière la fama de ser un "farceur",
un actor de farsa, un bromista, bueno sólo para provocar la risa.
Esto era el mayor insulto que se le podía infligir ya que en aquella
época la risa era mal considerada por la sociedad y reprobada por la
Iglesia, considerada como propia del pueblo bajo. A la sazón, la
palabra risa no está todavía en la definición del género de la
comedia, considerado por aquel entonces menor, que si bien solía
incluir un registro cómico, no era esto lo determinante, siendo lo
que la distinguía del drama el hecho de incluir siempre un final
feliz.
Fuentes:
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