Hoy en día se dispone de equipos de iluminación electrónicos, con control por ordenador, y profusión de fuentes de luz, instaladas convenientemente con la finalidad de iluminar y también contribuir a los efectos especiales, y ocultas por las bambalinas. Hace falta un operador de iluminación cualificado para manejar todo eso, y operarios electricistas y electrónicos para mantenerlo. Durante las representaciones, el operador de iluminación se coloca en la cabina de iluminación, un cuarto ubicado normalmente al fondo de la platea, desde donde puede ver y controlar en una consola el funcionamiento de las luces.
Pero hasta no hace tanto, se utilizaban las candilejas,
Las candilejas eran unas fuentes de luz que se colocaban en el proscenio, la parte delantera del escenario. Estaban cubiertas por una pantalla que las ocultaba del público, de forma que sólo iluminaban la escena. Evolucionaron desde los primeros sistemas de antorchas, usándose a lo largo de la historia velas, lámparas de aceite, mecheros de gas y, con la llegada de la electricidad, bombillas. La pantalla de luz que creaban hacía que los actores prácticamente no vieran al público durante las representaciones, y, al iluminar de abajo a arriba, producía cierto efecto fantasmagórico en sus rostros.
Las candilejas servían exclusivamente a la iluminación de la escena, con el fin de que todo el público viera bien la representación. Para efectos especiales, se utilizaban trucos diversos que comentaremos en otra ocasión. Están tan ligadas al teatro, que la palabra se considera sinónima de él: "Estar entre candilejas", o "El mundo de las candilejas".
La palabra "candilejas" proviene de "candil", un tipo de lámpara de aceite que consistía en una vasija con asa y una boquilla alargada, y que ya se conocía en el siglo X a. C. Se llenaba de aceite y se ponía una mecha que asomaba por la boquilla y que se podía encender. Este sistema debía ser mantenido a lo largo de la representación: las eventuales corrientes de aire apagaban las llamas, el aceite se consumía, las mechas (pábilos) se iban quemando y la llama iba desmejorando...; así que se empleaban los entreactos y los descansos en reponer mechas y aceite, encender las lámparas apagadas, y cortar los cabos de mecha de los candiles para que brillaran más al continuar la representación. Quien se encargaba de todo eso era el "despabilador".
El oficio de despabilador se ejercía en los salones y teatros de la corte, y en los antiguos teatros, y aunque se suponía que debía ser discreto para no alterar el drama, durante el barroco el público consideraba como parte del espectáculo su actuación, y le aplaudía cuando terminaba. Así era que aparecía sin ocultarse, sin ni siquiera correr el telón, a veces sin esperar a los descansos para ponerse a ejecutar sus funciones, mientras los actores evolucionaban. De hecho, llegaron a tener un papel sobre el escenario, inspirados en los bufones cortesanos, de corte cómico; en la corte de los Austrias se les llamaba "gracioso espabilador". Trabajaban con unas tijeras especialmente pensadas para su tarea, las "despabiladeras".
Más adelante, con vistas a mantener mejor la ilusión de la escena, empezó a considerarse su intervención como un inconveniente. Poco a poco, con las mejoras que se iban introduciendo en las lámparas, empezó a ser más prescindible, hasta desaparecer por completo (o transformarse en los actuales técnicos de iluminación).
El despabilador, al cortar el cabo del pábilo de todas las lámparas de las candilejas, obtenía mejores llamas y por lo tanto una mejor iluminación. Es decir, que al "despabilar" las lámparas las avivaban. Por eso se asoció el término "despabilar" al acto de despertar, activarse, ponerse alerta. ingeniárselas.
Fuentes:
http://summanocturnalia.blogspot.com/2012/06/la-luz-de-las-velas-una-historia-laica.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Despabilador_(teatro)
https://parnaseo.uv.es/ars/ESTICOMITIA/Numero3/estudios/Arregui._luminacion.pdf
http://www.tallerdescena.com/DICCIONARIO_TECNICO_DEL_TEATRO.pdf
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