Los textos teatrales constan primordialmente de
las frases que deben recitar los actores, pero se puede distinguir,
entre ellas, unas notas generalmente en cursiva y entre paréntesis
que no deben ser dichas. Son las acotaciones.
Las
acotaciones son indicaciones escritas por el autor que se refieren a
aspectos escenográficos o a detalles de comportamiento, intención
al hablar, movimientos que deben realizar los actores al recitar el
texto... En el primer caso se encuentran, normalmente, al principio de
cada acto, incluso de cada escena; en el segundo, se encuentran
intercaladas en el texto. Sirven tanto a los actores como al director
para conocer cómo quiere el autor que sean algunos aspectos de la
escenificación y la interpretación. Pero no son un elemento secundario, porque son parte de la estructura literaria de la obra teatral y, desde luego, de su significado.
Es cierto que algunos
autores ponen pocas o ninguna indicación. En ese caso, director y
actores tienen carta blanca para interpretar la obra. En otros casos,
dejan muchas acotaciones porque tienen en la cabeza una manera
concreta de ver las cosas, y piensan que siguiendo sus indicaciones
la obra va a estar mejor. Son pistas para que los actores interpreten mejor los personajes que él ha creado, y para que el director tenga una visión del texto más cercana a cómo él lo ha concebido.
Las
acotaciones suelen ser neutras, lo que se llama "acotaciones objetivas". Simplemente, dan indicaciones. Pero hay casos de
acotaciones con características de texto literario, son las llamadas "acotaciones subjetivas". Este segundo tipo podemos encontrarlo, por ejemplo, en obras de Jardiel Poncela, donde las acotaciones humorísticas (con las que el autor insiste en el carácter cómico de su obra) son, además, profusas. Hay ocasiones en que, además, su valor literario es elevado, como lo ya citado y, otro ejemplo, en obras de García Lorca o de Ramón del Valle-Inclán. En ocasiones se ha optado, al representar una obra, por añadir a los parlamentos parte de las acotaciones, por su valor representativo en el ambiente, intención y acción de la obra.
Existen ciertas corrientes de opinión según las cuales el autor no debe, para nada, acotar su obra. Como justificación se ha dicho que coarta la interpretación del director, y la de los actores. Sin embargo, (y es opinión de la que escribe), cabe darse cuenta de que si la interpretación y la puesta en escena forman parte de la segunda vida de cualquier obra de teatro, la expresión del punto de vista del autor es de su exclusiva y legítima propiedad. El texto teatral es texto literario, obra de arte, y puede y debe ser expresado con todas las aportaciones que el autor crea necesarias para que alcance plenamente a todo el público. No olvidemos que el texto teatral no sólo puede ser representado, sino que, ante todo, va a ser leído. ¿Por qué privar al lector del punto de vista del autor?
https://www.ecured.cu/Acotaci%C3%B3n_esc%C3%A9nica
http://www.cervantesvirtual.com/descargaPdf/acotaciones-y-literatura-teatral/
No hay comentarios:
Publicar un comentario